Dios, providencia, ateísmo, cristianismo
Ahora que comienza la Semana Santa, unos cuantos escolios de Nicolás Gómez Dávila para ganar perspectiva.
Sobre Dios:
— «No hablo de Dios para convertir a nadie, sino porque es el único tema del cual valga la pena hablar».
— «Ni quien describe la condición humana necesita aludir a Dios, ni quien la interpreta puede omitirlo».
— «Dios no está en el mundo como una roca en un paisaje tangible, sino como la nostalgia en un paisaje pintado».
— «Dios es esa sensación inanalizable de seguridad a nuestra espalda».
— «Todo fin diferente de Dios nos deshonra».
Sobre creer en Dios:
— «Lo importante no es creer en Dios, sino que Dios exista».
— «Hay que creer en Dios para poderles atribuir importancia a las cosas».
— «A Dios no se llega en toda época por el mismo camino».
— «Ciertas gesticulaciones sólo parecen grotescas al eunuco, así como ciertas otras sólo parecen grotescas al incrédulo».
Sobre la Providencia:
— «El historiador norteamericano no puede escribir historia sin lamentar que la Providencia no lo consultara previamente».
— «Las huellas de la Providencia en la historia no son huellas de viaje, sino de danza».
— «La ironía de los hechos ilustra mejor que el principio de finalidad las intromisiones de la Providencia».
— «“Necesariamente” es el adverbio más petulante en boca humana».
— «El providencialista olvida que el pecado barajó los naipes».
Sobre el ateísmo:
— «El ateo nunca le perdona a Dios su inexistencia».
— «El ateo se consagra menos a verificar la inexistencia de Dios que prohibirle que exista».
— «El ateísmo auténtico es una página blanca; el ateísmo gnóstico esconde un texto escrito con tinta simpática».
— «Abundan los que se creen enemigos de Dios y sólo alcanzan a serlo del sacristán».
— «El máximo error moderno no es anunciar que Dios murió, sino creer que el diablo ha muerto».
— «La muerte de Dios es noticia dada por el diablo que sabe sumamente bien que la noticia es falsa».
— «Lo que acontece en tiempos de incredulidad no es que los problemas religiosos parezcan absurdos, sino que no parecen problemas».
Sobre el cristianismo:
— «Para calcular la importancia del cristianismo no cuenta la originalidad de la doctrina, sino la divinidad de Cristo».
— «El que cree en Cristo, porque admira sus palabras o sus obras, no es cristiano.
El cristiano no cree en Cristo porque Cristo predique valores previamente admirados, llama valores, al contrario, lo que Cristo predica, porque cree en Cristo.
El cristianismo no aplica un criterio a Cristo, sino aplica a Cristo como criterio.
El cristianismo es un método específico de fundar el valor».
— «El cristianismo no inventó la noción de pecado sino la de perdón».
— «El cristianismo no enseña que el problema tenga solución, sino que la invocación tiene respuesta».
— «El honor del apologista cristiano está en ser probo con el diablo».
— «Cristiana no es la sociedad donde nadie peca, sino aquella donde muchos se arrepienten».
— «Más que el castigo hereditario, lo que indigna al moderno en el dogma del pecado original es la culpabilidad hereditaria.
Ser moderno es declararse enfáticamente inocente y negarse a ser perdonado».
— «El cristianismo nunca enseñó que la historia tuviera finalidad.
Sino fin».
— «La historia para el cristiano no tiene rumbo, sino centro».
Nicolás Gómez Dávila. Escolios a un texto implícito (1977, 1986, 1992). Girona: Atalanta, 2010; 1407 pp.; prólogo de Franco Volpi; ISBN: 978–84–937247–7–1.