‘Hillbilly, una elegía rural’, de J. D. Vance

Luis Daniel González
4 min readAug 10, 2021

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Hillbilly, una elegía rural, de J. D. Vance, es, sobre todo, un relato testimonial sobre una infancia dura que acaba encarrilándose bien gracias a las actuaciones de algunas personas y gracias a ciertas decisiones tomadas en momentos clave. Las reflexiones de tipo político que salpican el libro, publicado en 2016, son de tipo general: hacia el final dice que no sabe cómo resolver los problemas sociales que ha visto y ve, pero que sí sabe que la solución «empieza cuando dejamos de culpar a Obama o a Bush o a empresas sin rostro y nos preguntamos qué podemos hacer nosotros para mejorar las cosas», y cuando plantea que se pueden «construir políticas basadas en una mejor comprensión de los obstáculos» que se encuentran los niños como él fue. Ahora que el autor ha presentado su candidatura al Senado de los EE.UU., por Ohio, como un «conservative outsider», y que sus declaraciones deshinbidas le han colocado en el centro de la polémica, sugiero echar un vistazo a su libro.

J. D. Vance creció en Middletown, Ohio, y en Jackson, Kentucky, en los Apalaches; al terminar la secundaria se alistó en los Marines; al volver fue a la Universidad Estatal de Ohio y a la Facultad de Derecho de Yale. En su relato cuenta su infancia y juventud y hace consideraciones sobre las causas de la pobreza y decadencia de la gente de su misma extracción social. Al comienzo explica su propósito diciendo que desea «que la gente comprenda el “sueño americano” tal como mi familia y yo nos lo encontramos»; que su libro «no son sólo unas memorias personales, sino familiares, una historia de (…) un grupo de hillbillies de los Apalaches» que se puede sintetizar diciendo que «hace dos generaciones, mis abuelos eran pobres de solemnidad y estaban enamorados; se casaron y se mudaron al norte con la esperanza de escapar de la terrible pobreza que les rodeaba», y luego que «su nieto (yo) se graduó en una de las mejores instituciones educativas del mundo».

Los aspectos que a mí me han interesado más del libro, los únicos que pretendo señalar en este comentario, son los que se refieren a cómo el autor pudo salir adelante a pesar de que tenía tantas cosas en su contra. Señala que pudo hacerlo, siendo niño, gracias a sus abuelos, de quienes aprendió «las lecciones vitales que la mayoría de la gente aprende de sus padres». Dice que sus abuelos encarnaban un tipo de gente: «pasados de moda, creyentes sin aspavientos, con confianza en sí mismos, trabajadores»; y que, en cambio, «mi madre y, cada vez más, todo el vecindario, encarnaban otro: consumistas, aislados, airados, desconfiados». Aunque a su madre le agradece que siempre se preocupase de que en casa hubiera libros para niños, lo cierto es que fue su abuelo quien le dedicó tiempo para que pudiera resolver cada noche los problemas de matemáticas que le ponían en la escuela y quien le enseñó «que la falta de conocimientos y la falta de inteligencia no eran lo mismo»; y que fue la paz de la casa de su abuela la que le dio «un espacio seguro en el que hacer los deberes» y le «facilitó crear amistades duraderas con gente en la escuela».

Con todo, las perspectivas que tenía cuando terminó la secundaria no eran precisamente altas, pero se alistó cuatro años en los Marines y eso cambió su modo de afrontar la vida. Dice que estar en un lugar donde no sirven las excusas, donde «darlo todo era una forma de vida», le sirvió para entender que «hay algo poderoso en darse cuenta de que has estado vendiéndote por debajo de lo que vales, de que por alguna razón tu cerebro confundía la falta de esfuerzo con la incapacidad». Dice también que «la sensación de que nuestras decisiones no tienen importancia», tan común en el entorno del que procedía, se la extrajo el Cuerpo de Marines «del mismo modo que un cirujano extrae un tumor». Y, en concreto, si durante toda su vida joven se sentía resentido contra el mundo, resentimiento que continuaba cuando estaba en Irak, esto empezó a cambiar un día que, al supervisar a «niños en una nación arrasada por la guerra, en una escuela sin agua corriente», empezó a darse cuenta de la suerte que había tenido: «había nacido en el más grande país de la tierra, con todas las comodidades modernas con sólo estirar el brazo, apoyado por dos hillbillies que me querían, y formaba parte de una familia que, a pesar de sus particularidades, me amaba incondicionalmente. En ese momento decidí ser la clase de hombre que sonríe cuando alguien le da una goma de borrar. Todavía no lo he conseguido del todo, pero sin ese día en Irak ni siquiera lo habría intentado».

Más adelante, con ocasión de sus búsquedas de trabajo, habla de la importancia del que «los economistas llaman capital social. Es una expresión de profesores, pero el concepto es muy sencillo: las redes de personas e instituciones que nos rodean tienen un valor económico real. Nos conectan con las personas adecuadas, se aseguran de que tengamos oportunidades y revelan información valiosa. Sin ellas, estamos solos». Pero, indica en otro momento, «el capital social no se manifiesta sólo cuando alguien te conecta con un amigo o pasa un currículum a un antiguo jefe. Es también, o quizá sobre todo, una medida de cuánto aprendemos por medio de nuestros amigos, colegas y mentores». En concreto, cuenta, cuando estaba en medio de una entrevista profesional importante hubo una profesora, que sabía que tenía novia, que le advirtió que las prácticas que le ofrecían eran «la clase de experiencia que destruye una relación» y que, si quería su consejo, debería priorizar a su novia. El autor confiesa que «fue el mejor consejo que nadie me había dado jamás y lo seguí»; más adelante explica que «es difícil cuantificar en dinero ese consejo. Es la clase de cosa que sigue pagando dividendos».

J. D. Vance. Hillbilly, una elegía rural: Memorias de una familia y una cultura en crisis (Hillbilly Elegy: A Memoir of a Family and Culture in Crisis, 2016). Barcelona: Deusto, 2017; 256 pp.; trad. de Ramón González Ferriz; ISBN: ‎ 978–8423427239.

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Luis Daniel González
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Written by Luis Daniel González

Escribo sobre libros, y especialmente sobre libros infantiles y juveniles, en www.bienvenidosalafiesta.com.

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