Pensar en lo que uno cree

Luis Daniel González
2 min readDec 17, 2014

En los comentarios que hago a los libros de Cormac McCarthy en El secreto de la belleza incluyo algunos diálogos que me gustan.

Uno, entre John Grady Cole y su amigo Rawlins, tomado de Todos los hermosos caballos, es este:

«Unos coyotes gañían a lo largo de la loma, hacia el sur. Rawlins se inclinó, tiró al fuego la ceniza del cigarrillo y volvió a recostarse.

¿Has pensado alguna vez en la muerte?

Sí. A veces. ¿Y tú?

Sí. A veces. ¿Crees que existe un cielo?

Sí. ¿Tú no?

No lo sé. Quizá sí. ¿Crees que puedes creer en el cielo si no crees en el infierno?

Creo que puedes creer lo que quieras.

Rawlins asintió. (…)

Los coyotes gritaron, callaron y empezaron otra vez.

¿Crees que Dios cuida de la gente?, preguntó Rawlins.

Sí, creo que sí. ¿Y tú?

Sí, lo creo. Del modo que está el mundo… (…) Yo diría que casi tiene obligación de hacerlo. De lo contrario, no creo que viviéramos ni un día.

John Grady asintió».

Otro, en Ciudades de la llanura, entre John Grady y Magdalena, el personaje más dostoievskiano en toda la narrativa de McCarthy, es este:

«Quiero saber, dijo (la chica), si tú crees que hay perdón de los pecados.

El abrió la boca pero ella puso la mano sobre sus labios. Lo que crees de verdad, dijo.

El miró más allá de sus relucientes cabellos oscuros hacia el crepúsculo que se enseñoreaba de las calles de la ciudad. Pensó en lo que creía y en lo que no creía. Al rato dijo que creía en Dios aunque tenía sus dudas sobre la pretensión de los hombres de conocer la mente de Dios. Pero que un Dios incapaz de perdonar no era dios ni era nada.

¿Cualquier pecado?

Cualquiera. Sí.

¿Sin exceptuar ninguno? (…)

Exceptuando la desesperación, dijo. Para eso no hay remedio».

--

--

Luis Daniel González

Escribo sobre libros, y especialmente sobre libros infantiles y juveniles, en www.bienvenidosalafiesta.com.